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James LOVELOCK |
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Biografía
James Ephraim Lovelock nació el 26 de julio de 1919 en Letchworth Garden City, en el Reino Unido. Se graduó como químico en la Universidad de Manchester en 1941 y en 1948 obtuvo el doctorado en Medicina en la Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres. En 1959 obtuvo el título de Doctor of Science en Biofísica en la Universidad de Londres. Después de graduarse en Manchester empezó a trabajar en el Consejo de Investigación Médica del Instituto Nacional de Investigación Médica de Londres. Dentro de este periodo, trabajó cinco años –de 1946 a 1951- en la Unidad de Investigación del Resfriado Común del Hospital Harvard de Salisbury (Wiltshire, Reino Unido).
En 1954 recibió una beca en medicina de la Fundación Rockefeller (Rockefeller Travelling Fellowship), que realizó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en Boston (EUA). En 1958 fue profesor visitante en la Universidad de Yale durante un periodo similar. En 1961 renunció a su puesto en el Instituto Nacional de Investigación Médica de Londres para trabajar a tiempo completo como profesor de química en la Facultad de Medicina de la Universidad de Baylor en Houston (Texas) donde permaneció hasta 1964. Durante su estancia en Texas colaboró junto con otros colegas en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory) de Pasadena, California, en investigación lunar y planetaria. Desde 1964 es un científico independiente, aunque ha continuado estableciendo asociaciones académicas honoríficas como profesor visitante, primero en la Universidad de Houston y luego en la Universidad de Reading. Desde 1982 colabora con la Asociación de Biología Marina de Plymouth, primero como miembro del consejo, y de 1986 a 1990 como presidente.
James Lovelock es autor de aproximadamente 200 artículos científicos, distribuidos casi equitativamente entre temas de medicina, biología, ciencia instrumental y geofisiología. Ha creado más de 50 patentes, en su mayoría de detectores para uso en análisis químicas. Uno de ellos, el detector de captura de electrones, fue importante para el desarrollo de la conciencia ambiental. Reveló por primera vez la distribución ubicua de los residuos de pesticidas y otros compuestos químicos que contienen halógenos. Esta información permitió a Rachel Carson escribir su libro "Primavera silenciosa" (Silent Spring), que es considerado el iniciador de la toma de conciencia medioambiental. Más tarde permitió el descubrimiento de la presencia de PCB en el medio ambiente. Más recientemente, el detector de captura de electrones permitió descubrir la distribución global de óxido nitroso y de clorofluorocarbonos, ambos importantes en la química del ozono estratosférica. Algunos de estos descubrimientos fueron adoptados por la NASA en sus programas de exploración de planetas. La NASA le otorgó tres certificados de reconocimiento por ello.
Es el creador de la hipótesis de Gaia (ahora llamada teoría de Gaia) y ha escrito cuatro libros sobre este tema: “Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra” (Oxford University Press, 1979. En español: Hermann Blume, 1983), “Las edades de Gaia” (W. W. Norton, 1988. En español: Tusquets, 1993), “Gaia: una ciencia para curar el planeta” (Gaia Books, 1991. En español: Integral Cop, 1992) y “Homenaje a Gaia. La vida de un científico independiente” (2000. En español: Laetoli, 2005).
En 1974 fue elegido miembro de la Royal Society, la académica de las ciencias del Reino Unido y la Mancomunidad Británica de Naciones, y en 1975 recibió la medalla Tswett de Cromatografía. Anteriormente le había sido otorgado un premio de la fundación CIBA por su investigación sobre el envejecimiento. En 1980 recibió el premio en cromatografía de la Sociedad Americana de Química y en 1986 obtuvo la medalla de plata y premio del Laboratorio Marino de Plymouth. En 1988 fue uno de los destinatarios del Premio Norbert Gerbier de la Organización Meteorológica Mundial y en 1990 le fue concedido el primer Premio Ámsterdam por el medio ambiente de la Real Academia de Artes y Ciencias de los Países Bajos. En 1996 recibió tanto el Premio Nonino Prize como el Premio Volvo Environment, mientras que en 1997 le fue otorgado el premio Blue Planet de Japón. Ha sido nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de East Anglia (1982), la Universidad de Exeter (1988), la Universidad Politécnica de Plymouth -actualmente Universidad de Plymouth- (1988), la Universidad de Estocolmo (1991), la Universidad de Edimburgo (1993), la Universidad de Kent y la Universidad de East London (1996) y la Universidad de Colorado (1997). Su Majestad la Reina le nombró Comandante de la Excelentísima Orden del Imperio Británico en 1990.
El principal interés de James Lovelock se centra en las Ciencias de la Vida, en un inicio a través de la investigación médica y, más recientemente, en relación con la Geofisiología., la ciencia de los sistemas de la Tierra. Su segundo ámbito de interés, el del diseño y desarrollo de instrumentos, ha interactuado a menudo con el primero para su beneficio mutuo.
Actualmente es Honorary Visiting Fellow del Green College, de la Universidad de Oxford.
Algunos comentarios históricos (por el mismo James Lovelock)
Cuando
estaba elaborando una serie de detectores de ionización para cromatografía de
gases a mediados de 1950 no tenía ni idea de que uno de ellos, el detector de
captura de electrones, afectaría significativamente el desarrollo del
pensamiento ambiental.
Se inventó en 1957 y todavía
hoy es uno de los métodos de análisis químico más sensible que existen. Es más,
es especialmente sensible en aquellos productos químicos que son una amenaza
para el medio ambiente. Su uso llevó al descubrimiento de la distribución
ubicua de los residuos de pesticidas en el medio natural y a la publicación del
libro de Rachel Carson,
“Primavera silenciosa” (Silent Spring), considerado el iniciador del movimiento medioambiental.
Más tarde, el detector se utilizó para descubrir y medir la abundancia de policlorobifenilos (PCBs), clorofluorocarburo y óxido nitroso en la atmósfera. Más
recientemente, hizo posible un sistema de tecnología de indicadores
atmosféricos y oceánicos. Los perfluorocarbonos, que
son generalmente inertes e inocuos, son indicadores fácilmente detectables
mediante la captura de electrones. Este sistema ha permitido a los meteorólogos
seguir el movimiento de masas de aire a través de continentes y actualmente
está encontrando una aplicación en investigaciones oceánicas.
La NASA tuvo conocimiento de estos
nuevos detectores y en 1961 me invitó a unirme al equipo del Laboratorio de
Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory), el
cual estaba diseñando aterrizadores lunares y
planetarios. Inicialmente la invitación incumbía el desarrollo de métodos para el
análisis del suelo lunar, pero pronto me involucré en la investigación de la
NASA para descubrir si había vida en Marte. En una carta a Nature
en 1965, propuse algunas pruebas físicas para evaluar la presencia de vida
planetaria. Una de ellas era una visión top down del planeta entero en lugar de una investigación
local en el lugar del aterrizaje. La prueba consistía simplemente en analizar
la composición química de la atmósfera del planeta. Si el planeta no tuviera
vida, sería de esperar que su atmósfera viniese determinada solamente por la
física y la química y estuviese cercana al estado de equilibrio químico. Pero
si el planeta tuviera vida, los organismos en la superficie estarían obligados
a utilizar la atmósfera como fuente de materias primas y como depositaria para
desechos. Tal uso de la atmósfera cambiaría su composición química. Saldría del
equilibrio de un modo que mostraría la presencia de vida. Junto con Dian Hitchcock examinamos
muestras atmosféricas de la astronomía infrarroja de Marte (Hitchcock
y Lovelock 1967). Comparamos estas pruebas con la
información que teníamos disponible sobre fuentes y sumideros de gases en la
atmósfera del único planeta que sabíamos que tenía vida: la Tierra. Encontramos
una diferencia sorprendente entre las dos atmósferas. Marte estaba cerca del equilibrio
químico y estaba dominado por el dióxido de carbono, mientras la Tierra estaba
en un estado de profundo desequilibrio químico. En nuestra atmósfera, el
dióxido de carbono es un gas menor. La coexistencia de abundante oxígeno con
metano y otros gases reactivos son condiciones que serían imposibles en un
planeta sin vida. Incluso la abundancia de nitrógeno y agua es difícil de
explicar por la Geoquímica. Estas anomalías no están presentes en las
atmósferas de Marte y Venus, y su existencia en la atmósfera de la Tierra
indica la presencia de organismos vivos en su superficie. A nuestro pesar llegamos
a la conclusión de que Marte no tiene vida actualmente, aunque podría haberla
tenido en el pasado.
El hecho de pensar en la
profunda diferencia entre la atmósfera de la Tierra y la de otros planetas me
llevó a mi principal tema de investigación durante los últimos veinte años, la hipótesis
de que la Tierra es un sistema autorregulable capaz de mantener su clima y
composición química confortable para los organismos que lo habitan. Ésta hipótesis
-la hipótesis de Gaia, ahora llamada teoría de Gaia- todavía debe probarse. Una crítica habitual a esta
teoría es que se relaciona con la Teología. Esta acusación es injusta, pues
nunca me propuse atribuirle un propósito o una visión del futuro. Sea correcta
o no, es una teoría comprobable y capaz de realizar predicciones
“arriesgadas”.
A lo largo de las expediciones
para recoger evidencias para los tests de la
Hipótesis de Gaia hice algunos descubrimientos
interesantes. Uno, hecho en 1971, fue que los clorofluorocarbonos
estaban distribuidos por la atmósfera en una abundancia media de 50 partes por
trillón, sugiriendo la ausencia de sumideros para estos gases. Ésta fue la
prueba que permitió a Molina y Rowland desarrollar su
teoría del agotamiento del ozono. En esta expedición también descubrí la
distribución ubicua en el océano de yodometano,
sulfuro de dimetilo y bisulfato de carbono y tetracloruro de carbono. Se buscaba la presencia de yodometano y sulfuro de dimetilo
como confirmación de una predicción de Gaia, la cual suponía
que debía haber una emisión de estos gases suficientemente grande desde los
océanos para equilibrar los presupuestos de yodo y sulfuro. Una confirmación preliminar
se hizo en estas primeras mediciones en 1971-72, aunque fue completamente
confirmado por M.O. Andreae
de forma independiente. Más tarde, considerando la predicción por parte de Gaia de la regulación del clima, Charlson,
Lovelock, Andreae y Warren propusieron que la densidad de las nubes estaba
modulada por la abundancia de sulfuro de dimetilo en
la atmósfera, y que esto a su turno cambiaba el albedo de la Tierra y la
temperatura media de la superficie. Esta propuesta fue publicada como artículo
en Nature en 1987 y está todavía bajo prueba. La teoría
de Gaia también ofreció una interpretación de la
regulación a largo plazo del dióxido de carbono y el clima a través de la
erosión biótica de las rocas. Esta propuesta fue confirmada por Schwartzman y Volk en 1989.
Otras contribuciones
medioambientales fueron el descubrimiento del cloruro de metilo como gas
natural en la atmósfera (1975) o la estimación, en 1977, de la abundancia de
hidroxilo en la atmósfera a partir de las mediciones de la abundancia de metilcloroformo, un producto químico artificial fabricado por
el hombre y cuyo principal sumidero es la reacción con hidroxilo. La primera
estación de control de halocarbono atmosférico se
estableció en Adrigole (Irlanda) en los años setenta.
Posteriormente se convirtió en una de las cinco estaciones distribuidas a nivel
mundial que establecieron las vidas atmosféricas de los clorofluorocarbonos.
Contribuciones científicas destacadas
Investigación en Medicina
En 1952 desarrollé una teoría
cuantitativa sobre el daño sufrido por células vivas cuando se congelan y
descongelan. Mis experimentos demostraron que el daño era debido a la
concentración de sal y otros solutos cuando el hielo se separaba como substancia pura. También pude explicar la acción protectora
del glicerol y solutos neutros y predije con éxito que el dimetil
sulfóxido sería un excelente agente protector.
Participé en el equipo que congeló y descongeló con éxito animales enteros, hámsters.
Mis otros estudios incluyeron
una investigación sobre las vías de propagación de la infección respiratoria,
especialmente el resfriado común, y el diseño de medios para su prevención.
Inventos
Entre mis inventos se
encuentran detectores y otros dispositivos para cromatografía de gases. El detector
de argón fue el primer detector sensible de uso práctico. Permitió descubrir el
potencial de la cromatografía de gases. El detector de captura de electrones se
inventó en 1957 y todavía está entre los métodos de análisis química más
sensibles que existen. Su uso llevó al descubrimiento de la distribución ubicua
de los residuos de pesticidas en el medio ambiente y puede decirse que inició
el movimiento medioambiental. El mismo detector fue utilizado más tarde para
descubrir y medir la abundancia de clorofluorocarbonos
y de óxido nitroso en la atmósfera. Otro invento destacable fue el transmodulador de paladio, un dispositivo cuyo uso fue
crucial para el experimento de cromatografía de gases y espectrometría de masas
a bordo de la nave espacial Viking que aterrizó en
Marte. Más recientemente desarrollé un método de rastreo para realizar
mediciones de transporte de masa en la atmósfera y los océanos. Utiliza perfluorocarbonos como rastreadores y los detecta mediante
la captura de electrones. Este sistema ha permitido a los meteorólogos seguir
el movimiento de masas de aire a través de continentes y actualmente está
encontrando una aplicación en investigaciones oceánicas.
Geofisiología
Hace veinte años postulé que la
Tierra es un sistema autorregulable capaz de mantener el clima y la composición
química confortable para los organismos, Ésta hipótesis -la hipótesis de Gaia,
ahora llamada teoría de Gaia- todavía debe probarse.
Una crítica habitual a esta teoría es que se relaciona con la Teología. Esta
acusación es injusta, pues nunca me propuse atribuirle un propósito o una
visión del futuro. Sea correcta o no, es una teoría comprobable y capaz de
realizar predicciones “arriesgadas”.Una de ellas fue que debería haber una emisión de sulfuro
de dimetilo suficientemente grande desde los océanos
como para equilibrar el presupuesto de sulfuro natural. Una confirmación
preliminar vino de mis propias mediciones en 1972, aunque fue completamente confirmada por M.O. Andreae de forma independiente.
Más tarde, considerando la predicción por parte de Gaia
de la regulación del clima, Charlson, Lovelock, Andreae y Warren propusieron que la densidad de las nubes estaba
modulada por la abundancia de sulfuro de dimetilo en
la atmósfera, y que esto a su turno cambiaba el albedo de la Tierra y la
temperatura media de la superficie. Esta propuesta fue publicada como artículo
en Nature en 1987 y está todavía bajo prueba. La teoría
de Gaia también ofreció una interpretación de la
regulación a largo plazo del dióxido de carbono y el clima a través de la
erosión biótica de las rocas. Esta propuesta fue confirmada por Schwartzman y Volk en 1989.
Curriculum vitae
Actualmente es Honorary Visiting Fellow del Green College, de la Universidad de Oxford.
Estudios
1941 Licenciado en Química por
la Universidad de Manchester
1948 Doctor en Medicina por la Facultad de Higiene y Medicina Tropical
de Londres (London School of Hygiene and
Tropical Medicine), de la Universidad de Londres
1959 Doctor of Science
en Biofísica por la Universidad de Londres
Estancias y becas
1954-55 Beca en Medicina por la
Fundación Rockefeller (Rockefeller
Travelling Fellowship),
llevada a cabo en la Universidad de Harvard, Estados Unidos.
1958-59 Científico visitante en
la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, Estados
Unidos.
Premios, honores y
distinciones
1955
Premio de la Fundación CIBA en investigación sobre el envejecimiento
1974 Miembro de la Royal Society del Reino Unido
1975 Medalla Tswett para Cromatografía
1980 Premio de la Sociedad Americana de
Química en Cromatografía
1986 Medalla de plata y premio del Laboratorio
Marino de Plymouth
1988 Premio Norbert
Gerbier de la Organización Meteorológica Mundial
1990 Premio Amsterdam
para el Medio Ambiente, concedido por la Real Academia de Artes y Ciencias de
los Países Bajos
1990 Nombrado Comandante de la Excelentísima Orden del
Imperio Británico
1996 Premio Nonino
1996 Premio Volvo Environment
1997 Premio Blue Planet
Títulos Doctor Honoris Causa en Ciencias
1982 Universidad de East Anglia
1988 Universidad Politécnica de
Plymouth (actualmente Universidad de Plymouth)
1988 Universidad de Exeter
1991 Universidad de Estocolmo
1993 Universidad de Edimburgo Edinburgh
1996 Universidad de Kent
1996 Universidad de East London
1997 Universidad de Colorado, Boulder (USA)
Libros de James E. Lovelock
Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra (Hermann Blume 1983)
Las
edades de Gaia (Tusquets,
1993)
Gaia: una ciencia para curar el planeta (Integral Cop, 1992)
Homenaje
a Gaia. La vida de un científico independiente. (Laetoli, 2005)
Para
más información sobre la destacada vida de James Lovelock, les
recomendamos la lectura de su autobiografía "Homenaje a Gaia".
James y Sandy Lovelock –Haga clic en la foto para aumentarla.